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La partida del hombre fuerte de la Universidad de Guadalajara

Contextos  ✍   Por Gerardo Sandoval  

Conocí a Raúl Padilla López una primaveral mañana de 1994 en la mesa del restaurante del hotel Camino Real, un encuentro concertado por el equipo publirrelacionista del hostal. El rector de la Universidad de Guadalajara, que por esos días levantaba ladrillo por ladrillo los cimientos del Centro Universitario de la Costa y dar respuesta a la demanda de los bachilleres por tener a su alcance una carrera universitaria, exhibía el aura de quien se cree destinado a retos mayores.

Padilla López vivía su mejor época y nadie objetaba la talla de la obra que construía por todos los rincones de la entidad. Un año después dejaría la rectoría general y entregaba la estafeta a Víctor Manuel González Romero, quien después vino a jefaturar el CUCosta de Ixtapa. Para mayo del 1995, Raúl Padilla ya no era rector, pero acaparó los reflectores en el acto fundacional del plantel que hoy dirige el biólogo, Jorge Téllez.

Bajo su férreo control político y presupuestal, consolidó la UdeG, llevando la oferta universitaria a cada una de las regiones de Jalisco. Fundó la Feria Internacional del Libro y festivales de cine. Hasta el rector general de hoy Ricardo Villanueva, impuso a todos, incluyendo rectores de los centros regionales. Ningún rector que despachó en la oficina principal del CUCosta pudo llegar si no fue con su palomeo. Después, llegaron los años difíciles.

En los años de estudios universitarios conocimos otros rectores de universidad, Audómar Ahumada Quintero y al químico David Moreno Lizárraga de la UAS, quienes por distintas razones había relaciones personales y académicas.

Jorge Medina Viedas, que antecedió a Audómar, hizo carrera aceptable política, al igual que Héctor Melesio Cuen Ojeda y Rubén Rocha Moya, el actual gobernador por Morena de Sinaloa. Estos insignes universitarios disputan gramo a gramo el control universitario y el poder político de Sinaloa.

El alcalde de Culiacán y el de Mazatlán son víctimas de las purgas que de las aulas universitarias se trasladaron a las oficinas de gobierno. Padilla como todos los citados se definían de izquierda, y también Enrique Alfaro.

Raúl Padilla se encumbró, primero como líder estudiantil, después en la rectoría de la UdG y por su legado, trascendió fronteras. Si bien, salvo una excepción -el malogrado Carlos Briseño Torres- nadie osaba cuestionar sus decisiones al interior de la institución, apenas incursionó de la política, en este campo se halló a formidables adversarios. Los dos últimos, fueron el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y el gobernador, Enrique Alfaro Ramírez.

La tarde de este domingo dos de abril trascendió la desaparición física de Raúl Padilla López, una noticia que conmocionó y sacudió a los hombres de la cultura, pero no menos a la clase política estatal y nacional. El impacto tiene que ver sin duda por la vía de su deceso, el suicidio.

Uno de nuestros seguidores, no sin extrañarse, reaccionó con otra pregunta cuando le expresé un seco “el que a hierro mata, a hierro muere”. Debió corregir aclarándole que fue una frase desproporcional de nuestra parte. La había dicho considerando aquel suicidio de Carlos Briseño Torres, quién en noviembre de 2009, también en su casa decidió quitarse la vida.

Carlos Briseño, como pocos en su escaso año rectoral, solía tener atenciones de recibir llamadas directas, por lo menos al autor. Pero alguna perturbación padeció que un día creyó tener tanta fuerza como para hacer a un lado a Padilla y tejer él su propio legado. A fines de agosto de 2008, el Consejo General lo desconoció y en su lugar designó Marco Antonio Cortes Guardado, quien se encargó de borrar totalmente a Briseño. Años después compensaron a Cortes Guardado con la rectoría del CUC.

Carlos Briseño Torres era compadre de Padilla al que acusó de pretender darle órdenes, con el pretexto de que todo correspondía al “Grupo Universidad” y él Padilla era el líder.

Briseño amenazó con auditar gastos a Padilla. Éste manejaba a su criterio el millonario presupuesto de la FIL, el festival de cine, otros. Padilla desconfiaba de Briseño, promotor de la transparencia universitaria. Briseño lo destituyó de la presencia del llamado “Corporativo de Empresas Universitarias y también del Comité Técnico del Fideicomiso del Centro Cultural Universitario. Con esta decisión ya no hubo marcha atrás. Los padillistas convocaron al Consejo General Universitario plantearon el arreglo y Briseño y los suyos abandonó el Paraninfo. La sesión se reanudó y en su ausencia, destituyeron al rector. El caso llegaría eventualmente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que resolvió no atraer el caso por ser laboral, no administrativo.

Controló hasta su muerte una estructura de organismos y patronatos desde la Fundación Universidad de Guadalajara, una asociación civil que en el papel tenía por propósito genera ingresos y tener por fines difundir la cultura y promover el deporte. El club de futbol es parte de su inventario.

El gasto en promover el libro y la cultura le hizo ganar el premio Princesa de Asturias y ello le hizo ganar agrias críticas en las sesiones mañaneras de Andrés Manuel López Obrador.

Con Amlo, riñó antes de la última campaña presidencial al elegir Padilla por candidato al panista Ricardo Anaya. Es un “cacique” y forma parte del “bloque de conservadores”, dijo. Con el no menos rijoso Alfaro, las diferencias personales afloraron desde que éste fue alcalde de Tlajomulco de Zúñiga, entre 2009 y 2012. Declaró a este municipio libre del padillismo y acusó que lo chantajeó pidiéndole la mayoría de las direcciones. En los dos últimos años, ya como gobernador el conflicto se mantenía vivo pues Alfaro les retuvo 130 millones de pesos. Por respuesta hubo marchas y manifestaciones de los universitarios. Alfaro boicoteó la FIL.

No toda la obra ni legado de Padilla López es basura. Los viejos vallartenses que procuraban licenciarse en alguna carrera universitaria obligadamente debían marchar a Guadalajara, a Tepic, a la capital del país, a la ciudad que mejor se acomodaba a sus condiciones y solvencia económica. Raúl Padilla trajo la UdeG y cumplió el sueño de los patasaladas, que orgullosos, sus primeros egresados de fines de los 90, sacan el pecho y le reconocen el logro al ex rector.

Pero, en este caso la tragedia tiene sello familiar. El padre del ex rector, Raúl Padilla Gutiérrez, también se suicidó. El gurú del Grupo Universidad tenía apenas había alcanzado la mayoría de edad. El periodista tapatío, Salvador García Soto escribió en El Universal: “Raúl guarda en su escritorio la pistola con la que se suicidó su padre. A nadie le extrañaría que la tragedia lo llevara hacia un mismo final”. El periodista atribuyó la versión al ex rector Enrique Javier Alfaro Anguiano. ¿Quién es este hombre? Es el padre del gobernador Enrique Alfaro Ramírez y se le recuerda por haberle entregado la rectoría a Padilla en abril de 1989.

En el mismo tono de las sospechas por el suicidio de Carlos Briseño en 2009, el trágico fin de Raúl Padilla. Y en medio de ese sospechosismo que se plasma en el mundo virtual aparece el gobernador de hoy, Enrique Alfaro.

Revolcadero

Conocemos a dos amigos que lo fueron en vida de Carlos Briseño Torres. Lo que es la vida, ellos toman por justicia divina la muerte de Raúl Padilla López. Del suicidio de aquel rector, además de fincarle culpas a Padilla, han pasado ya 12 años y mantienen su relato, de que Briseño fue víctima de una serie de traiciones al interior de la UdeG. Sostienen que el gobernador en ese entonces, Emilio González Márquez lo dejó solo cuando había el compromiso de ir juntos hasta arrancarle el control a Padilla y dignificar a la Universidad. Entre los funcionarios universitarios, creen que hubo cobardía y traición del actual  director del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografia de la UdeG, Gabriel Torres Espinosa. El periodista, como es de profesión el maestro Torres, como vicerrector era su mano derecha y a media lucha contra el padillismo se dobló. La historia no oficial cuenta que días después de que el CGU (Alfredo Peña Ramos, el principal operador político de Padilla y que por muchos años las preparatorias se hizo del control del Consejo) ya controlado por los padillistas desconoció a Briseño, fue a pedirle perdón a Trinidad Padilla, el hermano del gurú, quien también fue rector. “Pidió perdón para no perder su trabajo porque tiene familia que mantener”.****** Pues sí, vaya peliculón que acá se carga el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, terco en imponer su “programa de verificación responsable”. El viernes, varios centenares de personas bloquearon el ingreso norte de la ciudad frente al verificentro y en respuesta a la presión social ejercida, luego de unas 6 o 7 horas del caos vial ocasionado, el presidente municipal, Luis Alberto Michel Rodríguez ordenó la clausura del taller. Pero, al rayar las ocho de la mañana, ya el sábado, un batallón de policías estatales, bajo supervisión y aparente mando de la representante del gobernador Alfaro, Susana Rodríguez, se apostaron en el verificentro y retiraron los sellos de clausura. Y el mismo sábado, que se apersonan funcionarios municipales para el contentillo de quienes repudian el programa que dicen tiene por fin recaudar más y más dinero y vuelven a clausurar. Las dos partes tomaron por descanso el domingo. Y ándale que las hostilidades se reanudaron este lunes 3 de abril. El día transcurrió con eso que llaman tensa calma. Hicimos algunas preguntas y obtuvimos por respuesta un dato interesante. Que parece ser por órdenes del “profe de los dieses”, algunos funcionarios buscaron a quienes identifican como líderes de la resistencia social contra la verificación. Que básicamente hablaron para preguntar si están dispuestos a apoyar al gobierno municipal si este solicita el respaldo a la Guardia Nacional, a la milicia, a los soldados, a la Marina para clausurar por tercera vez el susodicho taller. A media tarde, existía la creencia de que las fuerzas federales se alistaban para entrar en acción, aunque también se valoraba dar paso al periodo vacacional.****** De todo lo habido el fin de semana en torno a la movilización social que se tradujo en caos y anarquía rescatamos un muy breve pero preciso posteo de Héctor “el teto” Ramírez Betancourt. Le etiquetó a Susana Rodríguez: “amiga no digas mentiras teme caíste del pedestal”. Y Benigno Lara, mejor conocido como “El winnie pooh”, que siempre está a las vivas, reaccionó a la publicación: Mi rey, tanto tiempo en la polaca y aún no wachas que el que está en el poder manda, en este caso Alfaro el gobercabrón y pos ahí que cuidar la chamba”. Al cabo de algunas mentadas, la representante de Alfaro se asomó al mundo virtual y le contestó al Teto: “Amigo querido sabes el cariño y aprecio que te tengo; mentiras y en este tema delicado no digo sostengo cada palabra y con pruebas pero platiquemos tu opinión y punto de vista que se seguramente de manera genuina tienes, estoy a tu disposición para platicar y explicar cada argumento y dicho. Te mando un abrazo y estoy a la orden”. Nos preguntamos qué razones llevan a la funcionaria a esconder las “verdades” que dice tener. ¿Qué verdades serán? ¿Acaso no es con “verdades” como se convence? ¿Será que la funcionaria alfarista confiesa sus verdades exclusivamente a sus amigos? Pero bueno, apostamos que Susana Rodríguez se refirió como su “verdad” a la injerencia de políticos de Morena.